
Ser celíaco es como tener un superpoder: detectamos el gluten a kilómetros de distancia, a veces. Pero, a diferencia de los superhéroes, no siempre tenemos una vida fácil.
Y no lo digo solo por leer etiquetas como si fueran jeroglíficos egipcios, sino porque parece que en algunos restaurantes creen que los celíacos… comemos poco.
Sí, sí, no nos intoxicamos, pero del hambre no nos libra nadie.
Os cuento algunas de mis aventuras gastronómicas para celíacos:
Foster Hollywood.
Me pedí un costillar. Hasta aquí todo bien. Pero cuando llegó el plato pensé que me habían servido el costillar de un conejo. O de un hámster. No sé, pero desde luego no de una vaca o cerdo. En fin, proteína hubo, pero no mucha.
McDonald’s.
Pagué lo mismo (o más) que mi familia, pero mi hamburguesa llevaba pan de la marca Schär, tamaño juguete: unos 7-8 cm de diámetro, más pequeño que la palma de mi mano. En la imagen lo podéis comprobar, tened en cuenta que la caja de mi hamburguesa es la del menú infantil, y se queda grande. La hamburguesa ni sobresalía del pan. Menos mal que pedí patatas grandes para compensar. Mi familia lloraba de la risa y mi hijo pequeño, que a veces parece alimentarse del aire, me dijo:
“Papá, hasta yo me quedo con hambre con eso.”
Gracias, hijo, por el apoyo moral.
IKEA.
Aquí me dieron dos opciones: albóndigas o codillo. Pedí las albóndigas. Me dijeron que tardarían un poco porque las hacían aparte. Más de un cuarto de hora después, que mi familia ya casi había terminado de comer, me traen una bandeja de comida precocinada, con 8 bolitas del tamaño de los cheetos (sí, esas bolitas de queso). Con un poco de puré de patata al lado. Ni los Playmobil se llenaban con eso. Al menos, acabe de comer a la vez que ellos.
Y claro, en todos estos casos no te mueres por contaminación cruzada, pero de hambre… eso sí.
Menos mal que voy poco a este tipo de sitios y cuando salgo intento buscar restaurantes que realmente tengan opciones sin gluten en condiciones. Porque, ojo, no pedimos una fuente desbordante como en las pelis americanas, pero al menos algo que te deje con la sensación de haber comido.
Al final, lo bueno de estas experiencias es que me sirven para reírme (y hacer reír a mi familia). Y oye, siempre saco una historia para contar en el blog.
Así que, queridos restaurantes: los celíacos también comemos. ¡Y no somos un público infantil de 5 años!
Sí, sí, no nos intoxicamos, pero del hambre no nos libra nadie.
Os cuento algunas de mis aventuras gastronómicas para celíacos:
Foster Hollywood.
Me pedí un costillar. Hasta aquí todo bien. Pero cuando llegó el plato pensé que me habían servido el costillar de un conejo. O de un hámster. No sé, pero desde luego no de una vaca o cerdo. En fin, proteína hubo, pero no mucha.
McDonald’s.
Pagué lo mismo (o más) que mi familia, pero mi hamburguesa llevaba pan de la marca Schär, tamaño juguete: unos 7-8 cm de diámetro, más pequeño que la palma de mi mano. En la imagen lo podéis comprobar, tened en cuenta que la caja de mi hamburguesa es la del menú infantil, y se queda grande. La hamburguesa ni sobresalía del pan. Menos mal que pedí patatas grandes para compensar. Mi familia lloraba de la risa y mi hijo pequeño, que a veces parece alimentarse del aire, me dijo:
“Papá, hasta yo me quedo con hambre con eso.”
Gracias, hijo, por el apoyo moral.
IKEA.
Aquí me dieron dos opciones: albóndigas o codillo. Pedí las albóndigas. Me dijeron que tardarían un poco porque las hacían aparte. Más de un cuarto de hora después, que mi familia ya casi había terminado de comer, me traen una bandeja de comida precocinada, con 8 bolitas del tamaño de los cheetos (sí, esas bolitas de queso). Con un poco de puré de patata al lado. Ni los Playmobil se llenaban con eso. Al menos, acabe de comer a la vez que ellos.
Y claro, en todos estos casos no te mueres por contaminación cruzada, pero de hambre… eso sí.
Menos mal que voy poco a este tipo de sitios y cuando salgo intento buscar restaurantes que realmente tengan opciones sin gluten en condiciones. Porque, ojo, no pedimos una fuente desbordante como en las pelis americanas, pero al menos algo que te deje con la sensación de haber comido.
Al final, lo bueno de estas experiencias es que me sirven para reírme (y hacer reír a mi familia). Y oye, siempre saco una historia para contar en el blog.
Así que, queridos restaurantes: los celíacos también comemos. ¡Y no somos un público infantil de 5 años!
¿Os ha pasado algo similar?
Empatizo, te cuento yo una que se me ha repetido con varias cosas: alergia LTP, reactiva a la fruta. Pues la gente cree que la fruta en otro formato no es fruta, no se qué creen que es pero fruta no.
ResponderEliminarEstoy en un restaurante y pido de postre una mousse de chocolate que tras preguntar, me dicen que no lleva fruta ni nata, solo chocolate. OK. Me la traen en una copa y veo sirope de fresa con nata (intolerante a la lactosa al aparato) y la mousse. Digo que no puedo comerla porque lleva fruta y la respuesta es que no, que lleva sirope y que la nata me la pueden quitar... respuesta: ok, cámbiame la copa que no me puedo comer esto (para mas INRI, no me había tomado la lactasa). Me la devuelven con el sirope y la nata que se veía apartada por una cuchara. Explico la situación ya con tono de Harry el Sucio diciendo que tiene que protestar por el azúcar en el café y el camarero que
no entendía porque no podía tomar sirope si no era fruta. Total que no se de donde, el camarero me trae al jefe, le explico la situación y le dirigió al camarero una mirada de "la madre que te parió" y no me cobraron la mousse que finalmente me dieron pelá sin sirope, justo como la quería.
Otra en otro sitio diferente, pido tarta de chocolate ¿lleva fruta? no ¿nata? no. Me traen un bizcocho de chocolate normal prefabricado y antes de que hinque el piño, me dice el sr Morello trae que no me fio, mete la cuchara en la mitad para partirlo y efectivamente, una buena capa de mermelada de melocotón en el medio del bizcocho. Llamo al camarero, le explico, cara de no entender nada ya que es mermelada, no fruta, pasa otro camarero y cara de pánico al escuchar lo que pasaba que me dijo que no me cobraban el postre . Eso sin contar cuando digo ¿lleva fruta?¿mermelada?¿sirope? ¿otro formato? que lo primero que me dicen es "¿no te gusta?" pues no, solo que tengo papeletas de entrar en parada oiga, que se me cierra la glotis.
Y la ultima con la lactosa, me meto en una cafetería moderna una tarde que se me ocurrió irme de compras y digo que quiero un café con soja y sin nata para llevar. Me dan un café con tres kilos de nata (tampoco me había tomado la lactasa, no contaba yo con darme un homenaje) le digo perdona pero te lo he pedido sin nata y procede a quitarme la nata con una cuchara, mi cara era de ¿me están grabando con cámara oculta? me lo da y yo ehm... a ver que soy intolerante a la lactosa, que así no me lo puedo tomar, ahí apareció no se si compañera, jefa o qué, que le dijo es que se lo tienes que hacer entero porque hay restos de lactosa. Epopeyas hasta para un café.
Si algún dia me dejáis de leer, será porque me han colado algo con fruta jajajjaja la lactosa al final me da el dia en el wc con dolor pero sobrevivo.
Lo de los cumpleaños/celebraciones en casas ajenas me lo dejo para otro dia jajajaja
Un besazo!
Cuando leo lo tuyo lo mío se minimiza, madre mía que complicado lo tienes. Muchos ánimos.
EliminarNo tanto, parece mas. Eso si, a veces creo que llevo una camara oculta en la espalda o algo jaajjaja
EliminarPues la verdad es que es reír para no llorar, creo que hay poca empatía y mucho desconocimiento sobre estas intolerancias y alergias. Después están los que te cobran a precio de oro por una cantidad diminuta y los que directamente te engañan en los etiquetados. La de gente que compra leche sin lactosa, pensando que por arte de magia se la extraen, cuando en realidad es la leche normal (pero más cara) con lactasa añadida por un precio exorbitante comparado con tomarte tu medicamento. Luego esta el encarecer el producto por añadir en el etiquetado “libre de gluten” aunque sea a una lechuga.
ResponderEliminarEn fin que te voy a contar que tú no sepas. Un abrazo
Lo de la lactosa no lo sabia, me parece muy fuerte. Y lo de los precios que te voy a contar, me cuestan 3 barras de pan cuatro euros.
EliminarUy que pena que te dieron un plato tan chiquito y tan caro. Te mando un beso.
ResponderEliminarCosas que pasan jajaja
EliminarExisten cierta discriminación al respecto, está claro. Además de que los camareros necesitan un curso teórico sobre celiaquía, intolerancias y alergias alimenticias.
ResponderEliminarNo sé si esos temas se tratan hoy en día en los cursos de formación o los de manipuladores de alimentos, pero si no, estaría bien que lo hicieran.
EliminarIt's hard for us dairy-free people too! What a nightmare, they put milk in EVERYTHING good! Some places over here are really good and some aren't! I'd have to say in the bigger places like Edinburgh and Glasgow, it's really easy to get gluten-free stuff. I am also a vegetarian, so you can imagine how hard it is for me! Because most veggie food has cheese in it!! There is a good site called Happy Cow that the vegans and veggies use for finding places to eat. I doesn't really cater for gluten-free though. I use it all the time. We like Japanese and Vietnamese food and they have good choices for us. The joys of food allergies eh! I feel your pain!!
ResponderEliminarWell, I thought that you were more advanced in these matters over there than here, but it seems not.
EliminarNo había prestado atnción a eso.
ResponderEliminarEs que tampoco tengo nadie demasiado cercano que sea celíaco. Aunque sé a quién preguntarle acerca de esto porque su pareja lo es.
Abrazos, y mucha suerte en tus próximas aventuras gastronómicas!
Lo mejor es estar bien jejeje ya contaré si vuelvo a salir a comer por ahí jajaja
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