martes, 9 de septiembre de 2025

Maletas guardadas, teclado encendido


Ahora que mis hijos vuelven al colegio… yo recupero mi vida. Bueno, o algo parecido.

Porque seamos sinceros: en verano uno se convierte en animador, socorrista, cocinero, taxista, árbitro de peleas y en general solucionador oficial de “me aburro”. Y aunque me encanta tenerlos en casa, reconozco que también me hacía ilusión recuperar un poco de rutina, silencio y tiempo para escribir.

Las vacaciones este año han sido tranquilas, de esas que mezclan descanso con la típica lista interminable de cosas pendientes en casa. Mucha playa, mucho sofá y, de vez en cuando, algún que otro proyecto doméstico que empieza con “va, lo hago en un momento” y termina con todo el salón lleno de piezas de Ikea y tornillos que no sabes muy bien dónde van. Pintura, muebles nuevos y alguna que otra maldición en sueco.

A finales de julio hicimos una escapada al norte: Vitoria, Bermeo, Bilbao y Burgos. Un viaje espectacular. Naturaleza, buena comida, gente amable y esas ciudades que siempre sorprenden más de lo que esperas. Lo disfrutamos de lo lindo, tanto que todavía seguimos hablando de aquel viaje en las sobremesas como si hubieran pasado meses. Si queréis ver algunas fotos en mis redes sociales tenéis unas cuantas.

El resto del verano lo hemos pasado en casa, con algún día suelto de excursión. Mención especial a mi visita a Zaragoza, donde sí, estuve en Costco Zaragoza. Porque ya saben: hay quienes viajan para ver catedrales y hay quienes viajan para ver hipermercados gigantes. Y yo, estoy en el segundo grupo.

En resumen: un verano tranquilo, con momentos especiales, tareas cumplidas (algunas con éxito, otras con apaños creativos) y una escapada que nos recargó las pilas. Ahora toca volver a la rutina, que aunque a veces nos quejemos, tiene su encanto.

Y vosotros, ¿Qué tal el verano? ¿Más de sofá y playa, o de viaje sin parar?

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