Y en el monte las sardinas tralara...

Hoy el día estaba nublado por lo que la playa estaba "cerrada", de modo que hemos pensado que era una buena oportunidad para hacer una escapada a la montaña. La suerte que tenemos aquí es que tenemos montañas tan cerca como la playa, de echo estamos rodeados de montañas (esta es la 2ª provincia más montañosa de España).
Así que nos hemos ido al Parque Natural del Desierto de las Palmas (no tiene nada que ver con un desierto). Allí hay un centro de información sobre el hábitat y las especies de fauna y flora del paraje. Pero no hemos ido a eso, sobretodo porque a cangrejito no le va a gustar ver solo fotos. Lo bueno era que en el exterior tienen un Centro de Recuperación de Tortugas, es decir, que recogen las tortugas que la gente abandona (no se porque si son todo alegría). En la foto no se aprecia pero había muchas y algunas bastante grandes. De echo, han empezado ha acercarse hacía donde estábamos nosotros, como en las películas de zombis, despacio con la mirada fija, ufff ha sido un poco estremecedor. Pero a cangrejito no le ha importado y se lo ha pasado muy bien viendo a las tortugas.
Después se ha empeñado en ir a unos columpios que hay cerca de la ermita de la Magdalena, en la base de la montaña.
Nos hemos ido allí y ha empezado a jugar en los toboganes (llevaba un tiempo que no quería subir, se habría dado algún golpe y lo daba miedo, pero ayer fuimos con un amigo y su hijo y volvió a coger confianza). Al principio se tiraba solo, pero al rato que aparecieron unos niños de unos 6 o 7 años empezaron a tener que compartir los toboganes. Esos niños no le hacían mucho caso, de modo, que para que el se lo pasara bien y se olvidara de que pasaban de el, me he puesto a perseguirle. El gritaba "que viene el bicho" y yo intentaba "cazarlo". En principio los chavales nos miraban extrañados (igual que sus padres, que debían pensar que estoy loco), no se si de verme a mi corriendo y gritando, pero a los pocos minutos, estaban los tres huyendo de mi. Se subían a un tobogan y mientras lo hacía yo, se tiraban y se marchaban corriendo y gritando al otro. Y así todo el rato, de un lado al otro  y vuelta a empezar.  
Cuando se han ido los chavales les ha sustituido mamacangreja y hemos seguido, con el mismo juego un rato.

Lo teníais que haber visto ayer colgado de unas barras (mientras yo lo sujetaba) y agarrándose a la siguiente y así avanzando mientras gritaba "un mono, un mono". Al llegar al final, la pareja de mi amigo le dice "¿eres un mono?" y responde "No, yo soy un delfín". Es decir, el mono era el niño que iba delante, y el sigue en sus trece.