Que los tiempos cambian está claro, de hecho, nada es inmutable, todo está sujeto a la impermanencia. No importa el que, todo va cambiando a cada instante. Nosotros no somos los mismos que eramos cuando teníamos cinco años, ni hace diez años, ni dos, ni tan siquiera somos los mismos que fuimos ayer.
A nosotros puede parecernos que sí, pero ni nuestro aspecto, ni nuestros pensamientos ni nuestros actos son iguales, entonces ¿que queda de nosotros?. Podemos engañarnos pensando que nuestros pensamientos e ideales son los mismos, y aunque falso, podemos auto convencernos. Por no hablar de nuestro cuerpo que día a día, va cambiando. Porque la arruga que hemos visto esta mañana al mirarnos al espejo no ha aparecido por arte de magia, es el resultado de una gran cantidad de pequeños e 'imperceptibles' cambios que se producen a cada momento.
Del mismo modo que nosotros, todo cambia. La forma en que mi padre se relacionaba con el suyo, no era la misma en la que se relacionaba conmigo, y por supuesto, no es igual a la relación que yo mantengo con mi hijo. Que sin lugar a dudas está influenciada por la que yo mantuve con mi padre, que a su vez venía marcada por la que el tuvo con el suyo.
Estoy seguro de que si mi padre hoy estuviera aquí me diría que nosotros lo tenemos más fácil, porque hemos tenido una educación distinta, más cercana. Que tenemos infinidad de herramientas que nos ayudan a educar y a entretener a nuestros hijos. Herramientas que el no tuvo cuando yo era pequeño, además de que socialmente los hijos eran responsabilidad materna y el solo tenía tiempo para el trabajo.
Del mismo modo, sé, que si mi abuelo estuviese aquí, le diría a mi padre que está equivocado. Que el lo tuvo mucho más difícil. Porque cuando él, mi padre, era pequeño, la única preocupación era conseguir comida, sobrevivir a la posguerra y que, por desgracia, los niños pasaban la infancia ayudando a los padres en las labores de la casa, de la granja o en el campo, y que los pocos ratos de juego que tenían se distraían con cosas sencillas, rodando el aro, bañándose en el río, con un balón casero o simplemente corriendo por el campo entre el trigo y la cebada.
Y me veo a mí mismo, participando en este debate imaginado dándoles la razón a ambos. Pero a la vez, recordándoles que los niños de hoy en día, aunque distintos y a pesar de la gran cantidad de cosas que los padres tendemos a darles, para que no pasen la necesidad que los niños que ellos fueron, siguen entreteniéndose con cosas sencillas, como los rollos de cartón del papel higiénico, unos colores, un trozo de papel, o la caja en la que venía su espléndido juguete.
Es cierto que nuestras madres nos han enseñado a criar, educar y crecer con nuestros hijos y ellos no tuvieron esa suerte.
Pero hay algo que ellos podían hacer y los padres de hoy en día no, y es escurrir el bulto. Cuando yo era pequeño y te hacía preguntas y no sabías la respuesta, o no querías saber nada del tema te bastaba con un: "no lo sé hijo, anda y date una vuelta". Pero hoy eso es imposible. Nuestros hijos saben que no conocemos todas las respuestas, pero también saben que tenemos acceso a ellas. Y si hoy le dices a tu hijo: "no lo sé hijo, anda date una vuelta", te mira como si estuvieras tonto y levantando los hombros te dice: "¿Y por qué no lo miras en internet?.
P.D: Criar un hijo no fue, ni es, ni será fácil, pero será constructivo para todos si el camino lo hacemos juntos, aprendiendo, mejorando y creciendo unidos. Porque él, será yo dentro de veinte o treinta años. ¿Que clase de padre quieres que sea?
