En la vida, cada uno, interpretamos las cosas de acuerdo a nuestros deseos, gustos, creencias, etc. Por eso diferentes personas ofrecen diferentes visiones de un mismo acontecimiento. No seré yo el que diga que interpretación es la correcta, lo único que puedo hacer es decir cual es la mía.
Está claro que los acontecimientos solo son unos, en este caso, la historia del “Flautista de Hamelín”. Para los que no la conozcáis o no lo recordéis os voy a hacer un breve resumen. El cuento nos narra lo que sucedió en un pequeño pueblo de Alemania, en el que aparecieron cientos, miles de ratas. Los habitantes no sabían que hacer para deshacerse de ellas, pero del mismo modo que las ratas apareció un desconocido que se ofreció a sacar las ratas de la ciudad. Los habitantes del pueblo aceptaron su propuesta a cambio de una cantidad de dinero. El flautista hizo sonar su música y cuando había reunido a todas las ratas se las llevo hasta el río, donde murieron ahogadas. Al volver a reclamar su recompensa, los pobladores (uso esta palabra para evitar las suspicacias y los malos entendidos que surgirían si usase “aldeanos” que es como los llama en la versión del cuento que tengo) de la localidad de Hamelín no quisieron pagarle y este enfadado volvió días más tarde, y mientras las gentes estaban en misa, hizo sonar su música y se llevó a los niños a una cueva. Nunca nadie los volvió a ver.
De la interpretación que he leído me llama la atención que diga ratones y no ratas, y que identifique a los ratones con los aficionados. No entiendo que hechos le han llevado a hacer este cambio de roles, o al menos, así lo veo yo. Porque creo que en Castalia no hay ratones si no ratas y de las gordas, y es a esas a las que yo entiendo que el flautista ha venido a encantar con su música. Los aficionados no somos los ratones, si no los niños que pagan las consecuencias.
Pero lo que sí que me queda claro es que en toda esta historia, en la real, no en la del cuento, es que en Castellón no solo hay un flautista, hay dos. Uno que aparece abiertamente y otro que encubierto, como los que aprovechan las manifestaciones para llevar a cabo sus actos, juega al despiste. Son dos flautistas, dos ilusionistas uno utiliza el sonido del dinero y otro el sonido de un teclado. El uno pretende sacar a las ratas de Castalia (lástima que nuestro río esté seco) y el otro, confundiendo niños con ratones se los quiere llevar a su madriguera.
Uno deja claras sus intenciones, el otro no, porque se mueve en la ambigüedad de sus comentarios sin dejar claro de qué lado está. Uno dice abiertamente que no toca solo, que hay más músicos detrás de él y el otro, con su confuso uso de la palabra no deja claro si hay alguien más detrás de él.
Hoy por hoy, me da igual quién toque la flauta, lo único que me importa es que se lleve a las ratas cuanto antes. Yo digo abiertamente de que lado estoy, del lado del C.D. CASTELLÓN y apoyaré a cualquiera que quiera salvarlo. Pero que no confunda apoyo con amor eterno, porque en el momento en que vaya contra los intereses del C.D. CASTELLÓN lo consideraré una rata y pediré un nuevo flautista.
P.D: Supuestamente claro.
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