Todo tiene un final

Desde el 20 de septiembre que empezamos el curso, he pasado por varias facetas, en todas he tenido ganas de aprender, porque el tema me gusta mucho. Pero la sensación que más se repetía, día tras día, era la de que aquello era más largo que la historia interminable. Los días parecía que no transcurrían, pero de repente, empezamos las prácticas. Trabajo, trabajo y enfermedad, así podría definir estas tres semanas. Entre comandos y gargarismos he acabado agotado, pero tengo que reconocer que he aprendido mucho en el curso, pero sobre todo en las prácticas. Hoy era el último día de prácticas, y me ha dado hasta un poco de pena tener que despedirme, porque quieras o no le coges cariño a las personas cuando pasas tanto tiempo con ellas. Mañana, más de lo mismo, es el último día del curso, y con ellos aún he pasado más tiempo, así que también me dará pena dejarlos ir. Aunque por la noche vamos de cena de despedida, con lo que la cosa será un poco más larga, o más agónica según se mire.
Por un lado, tengo ganas de acabar y recuperar un  poco de esa salud que creía tener, pero por otro se que añoraré a estos personajes que se han ganado mi afecto con sus sin razones. Aunque por otro lado tendré más tiempo para las cosas que he dejado de lado por falta de tiempo. Ya veis, unos ganan y otros pierden, pero todo acaba.