La última cena

Este año, como el anterior, llegan la fiestas de navidad y no va a haber cesta de navidad,  ni cena de empresa. Este año tampoco va a haber, o al menos yo no voy a ir, a la cena de ex-compañeros. Celebraciones en las que nunca me he sentido cómodo, porque la gente se pasa mucho con el bebercio y se exagera a si mismos demasiado. Se pierde el control y el respeto por los demás, pero sobre todo por uno mismo.
Por eso, a la cena de ayer iba con un poco de precaución. Tengo que aclarar que no bebo alcohol y quizás por eso es mucho más patente para mi la progresiva degeneración, de las personas y las mentes, a medida que va transcurriendo la cena.
Pero anoche, este insólito grupo, volvió a sorprenderme. Me lo pasé bien, más que bien. Me sentí como si me hubiera ido de cena con mis amigos de toda la vida. A un lugar cutre, bueno esa no es la palabra, a un bar de los de toda la vida, sencillo, comida casera, en cantidad y a buen precio. De hecho, no recuerdo el tiempo que hace que una cena de estas características me cuesta 8,00€, vale que era un bocata, tapas y bebida, pero por menos y peor he pagado más, sobretodo en estas fechas. Bocatas grandes y abundantes, tapas buenísimas y con platos llenos, buen servicio, buen ambiente, buen servicio. No suelo hacer publicidad de nadie, pero creo que se lo merecen. BAR EL TRINQUET (Cardona Vives).
La cosa se desarrollo tranquila, tomando unas cervezas o unos refrescos, sin prisas, sin la sensación de que había que colocarse cuanto antes para poder empezar a disfrutar. Luego la cena, entre conversaciones distendidas y risas. No vi a nadie con la necesidad de sobresalir, con la necesidad de ser el centro de una atención alcoholizada. De verdad, que sentí que estaba cenando con mis amigos, y no tuve la necesidad de asentir mientras ignoraba lo que me estaban contando, porque de verdad, era interesante.
Entre conversaciones descubrí que hay una Liga de Fútbol Chapas, y que además está reconocida por la Liga de Fútbol Profesional. Pude ver por mi mismo como son los campos donde se juega e incluso me llevé un reglamento, si yo también creía que era cosa del pasado, pero no, además hay campeonatos nacionales.
Después de conocer un poco más a mis compañeros amigos me he dado cuenta de que no soy tan raro como yo pensaba, ni tan freaky.
Como decía uno "No soy freaky, soy mago de octavo nivel".

En resumen, me lo pasé genial sin preocuparme de que nadie me vomite encima o me abrazara diciendo cuanto te quiero ahogándome con el olor a alcohol.


Se que algunos os preguntaréis a que clase de cenas he ido, o no.
Pero la realidad siempre supera a la ficción.