martes, 31 de enero de 2017
Urbanita rural
Así es amigos, si me tuviera que catalogar en alguna tribu urbana de estas que tan de moda están, me encasillaría en esta, Urbanita Rural. ¿Que no existe?, pues nada ya si eso la creamos ¿no?
Me gusta la comodidad de la ciudad, pero no me gustan nada las aglomeraciones. Castellón es una ciudad pequeña, pero aún así, parece que todos decidimos ir a los mismos sitios al mismo tiempo, y eso los cangrejitos como yo/nosotros no lo llevamos del todo bien.
El otro día fuimos al centro comercial que hay en Castellón, porque sí, de momento sólo tenemos uno. Y claro, pasa lo que pasa, que se junta allí tal cantidad de gente que como diría Blanco Humano, acabamos compartiendo entre varios el mismo cuerpo. Así que nos faltaban patas, y tengo ocho, así que imaginad como íbamos buscando la salida.
Alguno puede que se pregunte que tiene que ver todo esto con una paella, pero es esencial. Y es que, esa no es sólo una paella, representa la tranquilidad, la paz, el descanso que nos invade cada vez que vamos al "maset" (masía, cortijo, barraca, torre).
Y es que la naturaleza, la desconexión, los animales, los árboles, el aire, el silencio (cuando les peques le dejan). Todo eso hace que os encante estar allí, trabajar la tierra, sembrar, cosechar. Por eso, a pesar de que veo las ventajas de la ciudad, siento la llamada de la selva, de la naturaleza, de la tierra. Por eso siempre digo que soy más de campo que las piedras y en la ciudad, siempre estoy más tenso que naranjito en la fábrica de Zumosol.
Pero no penséis mal, hay tele y luz y por suerte hay tiempo para todo. Ellos pueden jugar, ver la tele, descansar al calorcito de la estufa mientras nosotros hacemos la comida o otras cosas. Por que eso sí, siempre hay faena, pero la verdad es que cuesta mucho menos de hacer que en casa.
A pesar de que cangrejito está en un momento en el que todavía necesita un ratito de sus cosas, también disfruta de jugar por allí, aunque se enfade cuando no le dejamos el hacha.
También sucede algo curioso cuando vamos allí, y es que los roles cambian drasticamente. No es que en casa estén muy marcados, pero allí vuelven a ser un poco como antaño, pero a la inversa.
Si un día aparecéis por allí, me encontraréis fácilmente con bebécangrejo y cangrejito, mientras mamacangreja prepara fuego, hace la comida, corta leña, siembra, arregla los cultivos, etc.
Alguno pensará que me escaqueo de la faena, pero no, me gustaría hacer esas cosas también pero bebécangrejo necesita supervisión constante, de momento, y alguien tiene que hacerlo y cualquiera le dice que no a mamacangreja con un hacha en la mano.
No me estoy quejando, es sólo que me parece curioso como cambian las cosas de padres a hijos. ¿Cómo lo harán los nuestros cuando sean mayores?
Otra cosa curiosa es bebécangrejo, con lo buena que está la paella y el no quiere, sólo quiere comer su limón.
En fín, él sabrá, porque el limón esta bueno, está recién cogido del árbol, pero es un limón.
P.D:
Etiquetas:
Cangreaventuras,
Cangrejadas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Jajajaja me encanta la imagne final pidiendo votos. Creo que yo también soy un poco urbanita rural ;)
ResponderEliminarY también me encanta la paella
jajaja gracias, y a la leña esta mejor jajajaja
EliminarPues yo también soy un poco de eso... bueno o le estoy cogiendo una manía brutal a las aglomeraciones que también podría ser, pero prefiero el de urbanita rural al de vieja de los gatos... jajjajajaja.
ResponderEliminarjajajaja la vieja los gatos jajajja
EliminarYo no llego a tanto, me quedo en rural de pies a cabeza, y no lo cambio por nada...
ResponderEliminarSaludos.
Bien entonces si me transformo del todo sé que no hay peligro jajaja
EliminarYo vivo en el primer pueblo separado de la ciudad, o sea, me cuesta quince minutos estar en la ciudad pero me despiertan los rebuznos de un burro o un gallo despistado.
ResponderEliminarLos cambios de roles relajan, el hecho de no hacer lo de siempre ya te descansa.
Pues eso está bien, al menos no es el ruido de los vecinos o el autobús de turno. Mola
EliminarYo cada día estoy más harta de la ciudad. Me gustaría vivir en una ciudad pequeñita o, si pudiera trabajar desde casa, incluso en el medio del monte, en algún sitio que no encuentre ni el cartero. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarNo te creas a mi también, tengo alma de ermitaño.
EliminarDan ganas de irse allí, la verdad. A mi no me asustan las aglomeraciones pero con el peque prefiero evitarlas.
ResponderEliminarPor cierto yo también prefiero el limón XD
jeje a mi no me asustan, me agobian jajajaja
EliminarSi es que mamá cangreja manda demasiado, te lo digo yo :D A ní me encanta la ciudad, pero necesito ese remanso de tranquilidad que es mi pueblo cada cierto tiempo para no ahogarme :)
ResponderEliminarY que bien sienta verdad?
Eliminar