lunes, 30 de junio de 2025

Dos pies, una misión y unas risas: descubriendo Bambas! sin saber dónde me metía



Juego a videojuegos casi a diario. Lo confieso. 
Es mi ratito de evasión, de desconexión, de no pensar demasiado (o a veces de pensar justo lo justo para no caerme por un barranco virtual). Además, con unos amigos tenemos un canal donde subimos primeras impresiones de juegos para que los veas en acción antes de lanzarte a comprarlos. No somos gamers pro, ni buscamos pasarnos los títulos en dificultad imposible. Nuestro fuerte son las risas… y los fails, muchos fails.

Normalmente no hablo por aquí de videojuegos, pero esta semana me topé con Bambas! y, sinceramente, no podía no compartir la experiencia. Porque, amigos, este juego es una ida de olla muy simpática y sorprendente.

No esperaba gran cosa, lo admito. El nombre me sonaba más a zapatillas de estar por casa que a aventura digital. Pero mira tú por dónde, en cuanto empecé a jugar me llevé una grata sorpresa. En Bambas! controlas las zapatillas. Literalmente. Cada pie se mueve con un joystick y un gatillo distinto. Así que al principio... bueno, digamos que caminar recto ya es un logro que merece ovación. Me sentía como cuando aprendí a andar, solo que con menos equilibrio y más bordillos.

Pero una vez le pillas el truco, todo mejora. Y mucho.

La ciudad es como un verano eterno en el Mediterráneo. Tiene ese aire de calle de pueblo costero, con sus charcos, sus farolas, su gente rara que parece sacada de una fiesta mayor y sus desafíos callejeros. Lo mejor es que no hay una historia cerrada. Vas descubriendo cosas al girar una esquina, te metes en misiones absurdas y vas desbloqueando zapatillas (sí, zapatillas) como si fueran logros épicos.

No es un juego complejo. No pretende serlo. Pero precisamente por eso creo que es perfecto para jugar con los peques. Si tenéis hijos con edad suficiente para coger un mando, os vais a reír. Porque si jugarlo solo es divertido, en compañía ya ni te cuento.

Además, tiene ese rollo de homenaje a cuando éramos críos y la calle era nuestro territorio. Yo no sé si el juego lo ha hecho un nostálgico de mi quinta, pero huele a veranos sin móviles, a tardes pateando latas y a subir bordillos como si fueran el Himalaya.

En resumen: no es el juego del año, pero Bambas! tiene un encanto especial. Te arranca sonrisas, te obliga a reaprender a andar, y si tienes espíritu callejero o simplemente ganas de desconectar un rato y pasarlo bien, creo que te va a gustar.

Aquí os dejo el vídeo de nuestras primeras impresiones por si queréis echarle un ojo antes de calzaros las bambas virtuales.
Y si queréis suscribiros a nuestro canal, seguro que encontráis cosas curiosas.


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