Hace unos meses, como ya sabéis, mi vida dio un pequeño (gran) giro: me diagnosticaron celiaquía.
No es que me lo esperara, pero tampoco me pilló del todo por sorpresa. Había pistas, señales, pequeños malestares que uno va normalizando con el tiempo hasta que un día tu cuerpo te dice basta… y ahí estás, con cara de póker mientras el médico te explica que el gluten ha declarando la guerra. Pues vale.
Y desde entonces, ya no soy el mismo, literalmente. Porque este cambio me obliga a replantearme muchas cosas, desde lo que como (por supuesto) hasta cómo me organizo para salir de casa. Y si antes improvisaba un viaje, una escapada o una cena por ahí, ahora eso se ha acabado. Ir de vacaciones ya no es solo elegir destino, alojamiento y ropa interior de repuesto. Ahora hay que investigar si hay restaurantes sin gluten en la zona, si entienden lo que significa “sin contaminación cruzada”, si hay supermercados cercanos donde pueda abastecerme de provisiones sin jugármela…
Y lo más curioso de todo es que esto se extiende también a lo social. Estamos organizando una cena con excompañeros de un trabajo que tuve hace ya bastantes años, y ahí me he dado cuenta de lo mucho que ha cambiado la película. Antes bastaba con un “nos vemos tal día a las 9 en tal sitio” y yo decía “perfecto”. Ahora no. Ahora tengo que preguntar dónde, si tienen opciones sin gluten, si conocen el protocolo, si lo entienden de verdad o solo te dicen “sí, tenemos una ensalada”.
Y como no quiero ser ese invitado incómodo que llega y luego no puede comer nada (o se arriesga y acaba la noche con dolores y jurando en arameo). Así que en esta ocasión me toca estar organizando. Porque sí, soy el que tiene “el problema”, pero también tengo ganas de compartir ese rato, reírme con las anécdotas de hace mil años y recordar buenos momentos.
No me quejo, ojo. Bueno, un poco sí. Pero más que quejarme, estoy aprendiendo a cuidar de mí, y a no dejar de hacer cosas por culpa del gluten. Cambian los planes, cambia el mapa… pero no cambian las ganas.
Así que si alguna vez te digo “mejor vamos a este sitio que ya lo tengo controlado”, no es por capricho. Es porque quiero disfrutar como todos… sin pagar un precio demasiado alto por ello.
Y tú, ¿tienes alguna historia de adaptación con comida, alergias o intolerancias? Porque esto da para una buena charla.
Y desde entonces, ya no soy el mismo, literalmente. Porque este cambio me obliga a replantearme muchas cosas, desde lo que como (por supuesto) hasta cómo me organizo para salir de casa. Y si antes improvisaba un viaje, una escapada o una cena por ahí, ahora eso se ha acabado. Ir de vacaciones ya no es solo elegir destino, alojamiento y ropa interior de repuesto. Ahora hay que investigar si hay restaurantes sin gluten en la zona, si entienden lo que significa “sin contaminación cruzada”, si hay supermercados cercanos donde pueda abastecerme de provisiones sin jugármela…
Y lo más curioso de todo es que esto se extiende también a lo social. Estamos organizando una cena con excompañeros de un trabajo que tuve hace ya bastantes años, y ahí me he dado cuenta de lo mucho que ha cambiado la película. Antes bastaba con un “nos vemos tal día a las 9 en tal sitio” y yo decía “perfecto”. Ahora no. Ahora tengo que preguntar dónde, si tienen opciones sin gluten, si conocen el protocolo, si lo entienden de verdad o solo te dicen “sí, tenemos una ensalada”.
Y como no quiero ser ese invitado incómodo que llega y luego no puede comer nada (o se arriesga y acaba la noche con dolores y jurando en arameo). Así que en esta ocasión me toca estar organizando. Porque sí, soy el que tiene “el problema”, pero también tengo ganas de compartir ese rato, reírme con las anécdotas de hace mil años y recordar buenos momentos.
No me quejo, ojo. Bueno, un poco sí. Pero más que quejarme, estoy aprendiendo a cuidar de mí, y a no dejar de hacer cosas por culpa del gluten. Cambian los planes, cambia el mapa… pero no cambian las ganas.
Así que si alguna vez te digo “mejor vamos a este sitio que ya lo tengo controlado”, no es por capricho. Es porque quiero disfrutar como todos… sin pagar un precio demasiado alto por ello.
Y tú, ¿tienes alguna historia de adaptación con comida, alergias o intolerancias? Porque esto da para una buena charla.
I totally get what you are saying. Absolute nightmare isn't it. Milk is my problem, but I am also a vegetarian. So finding veggie dairy free or vegan is hard. I would say it isn't so bad in Scotland though. I stress when I go travelling for this reason and we need to research in advance what I can have. My daughter also has the problems with milk but she still eats meat, she is only 6.5 so she can decide when she is older to quit meat or not. I would say that Scotland is VERY good for gluten-free options in places. Much better gluten-free than vegan choices.
ResponderEliminarI had noticed lately that I was getting really sick after eating out but I was fine eating at home. I really thought I was going mad, honestly. I Goggled it and found people posting with similar issues. Hygiene standards have dropped among other things. Of course! Funny thing is, when I go to Japanese or Vietnamese restaurants I have always been fine and they do lots of tofu and great veggie food and no milk to be seen! Not great for you though with all the gluten. In saying that a lot of Chinese restaurants over here do cater for gluten-free.
I use a site called HappyCow, it's mainly for veggie and vegan food but some of the places mention gluten as well. Worth a look and has places all over the world.
I have seen myself going out with a group of people and not eating. Just having water!
That must be annoying. I don't know if I would have gone without being sure I could eat something.
EliminarMucha suerte, debes cuidarte. Te mando un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, no me había cuidado tanto nunca jejeje
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo, SIEMPRE, en los postres tengo que preguntar "¿Lleva nuez o avellana?". Por desgracia, hay camareros que no no tienen ni idea y siempre me sueltan un "NO" con una sonrisa en la boca. Alguna vez me ha tocado también, jurar en arameo.
ResponderEliminarA veces parece que la gente o entienda lo serio del tema.
EliminarYa te conté que yo hace cinco años que como sin gluten y sin lactosa pero es verdad que con una ensalada me conformo.
ResponderEliminarDe todos modos, suerte tenemos de que en nuestro país vamos muy por delante, si yo te contara lo que es viajar por esos mundos de Dios y por suerte yo no tengo dolores pero desde luego en España ya hay muchísimos restaurantes todo sin gluten.Pero los productos de supermercado siguen siendo muy caros y poco recomendables por exceso de azúcares, almidones y demás.
Es cierto, y he dejado de comprar en supermercados, tampoco me caían muy bien, ahora compro el pan en una panadería solo sin gluten de maravilla.
Eliminar¡Ánimo!
ResponderEliminarGracias y bienvenido!
EliminarHoliiii! pues mira, te cuento: como alérgica a la proteína LTP (presente en frutas, verduras, harinas y todo el polen en general pero reactiva solo a frutas y polen) mas mi intolerancia leve a la lactosa (viva la lactasa), yo voy a todos lados con el boli de adrenalina en la mano.
ResponderEliminarAntes me daba corte porque parecía lo que dices, la incomoda de la mesa del fondo hasta que te das cuenta de que tu responsabilidad como alérgica (en mi caso) es comunicar lo que hay para que lo sepan, que es lo que me pasa y que se respeten los protocolos y si te tienes que quejar, pues te quejas y santas pascuas. Al principio corte, ahora no paso ni una porque la que entra en choque anafiláctico soy yo y me pongo mas farruca que Lola Flores en muchos casos porque hay gente que no entiende que la fruta es también mermelada o siropes y mas de una noche me he quedado sin comer tanto en restaurantes como en casas ajenas . Que si, que la alergia es mía y yo soy la que tiene el problema pero si alguien y me invita a una casa a comer/cenar a pesar de saber que la fruta vetada en todos sus formatos, que menos que preparen algo que yo pueda comer y no este mezclado por ejemplo, con vinagre de manzana (la fruta que mas alergia me da) y no me quede mirando al resto mientras come y si, también he vivido la situación de que me intentasen hacer sentir culpable o especialita pero a esos, les dejo con la colorá y las ciento amarillas porque yo no elegí la alergia.
No he dejado de hacer cosas pero si que vas con mas ojos y ya cuando dices las palabras mágicas "denuncia", "reclamación", "sanidad" cuando has avisado en un restaurante/tienda tus alergias y aun así ves que te ponen algo que lleva fruta, parece que ya lo entienden. Paciencia, que ahora parece que hay mas empatía y prevención.
Un besazo!
Madre mía, eso si que me parece complicado de sobrellevar, aunque supongo que a todo nos acostumbramos. Nunca lo había oído, pero claro, tampoco había oído de alergia al alcohol y ahí me tienes jajaja
EliminarEs que la mía a veces se confunde con celiaquía por las harinas, cebadas y otras cosas. Pero mira, en tu caso mientras exista la cerve sin gluten todo bien jajajja
EliminarNo puedo tomar alcohol jajajaja
Eliminar