Páginas

jueves, 19 de junio de 2025

Mi productividad y yo: crónica de una ruptura veraniega

 

Siempre he sido un animal de rutinas. De esos que cuando encuentran una secuencia de tareas que le funciona, la repiten como si fueran pasos de una coreografía perfectamente ensayada.
Y no por aburrimiento, sino porque, honestamente, me ayuda a ser más productivo. Me pasaba antes, cuando trabajaba, y me sigue pasando ahora, que escribo entre desayuno y fregona.

Mi día arranca como un reloj suizo. Me levanto, voy a por el pan, preparo desayunos y almuerzos, dejo la cocina presentable y, tras llevar a Cangrejito al colegio, vuelvo y me premio con un almuerzo. Luego paso la aspiradora, friego el suelo y limpio el baño. Una rutina muy glamourosa, lo sé. Pero ahí no acaba la cosa. Después, un rato de meditación para centrar cuerpo y mente… y entonces sí, toca escribir.

Pero no escribo de cualquier manera. Para eso también tengo mis manías. Me gusta estar solo. Tranquilo. Sin gente merodeando ni miradas casuales que siento como si me apuntaran con linterna. Aunque no me estén mirando, yo siento que sí. Y eso me desconcentra.

¿Dónde está el problema? Pues que se acerca el verano. El colegio se ha acabado. Y con eso, mi rutina también. No me malinterpretéis, me encanta tener a los míos en casa, me gusta el ruido, las risas, las meriendas en pijama y las películas en horario inapropiado… pero la productividad se va al garete. Porque uno viene a preguntarme dónde está esto y el otro quiere saber por qué los flamencos son rosas mientras yo intento terminar un párrafo que ya no tiene sentido.

Lo sé porque ya me ha pasado otros veranos. La rutina se descompone y tengo que reinventarme. Así que me estoy planteando dos opciones: o me levanto antes que ellos (spoiler: soy muy poco madrugador) o encuentro una fórmula mágica que me permita escribir con interrupciones constantes sin perder la cabeza.

De momento, no la he encontrado y ya han comenzado las vacaciones, de modo que, veremos que pasa.

Así que si desaparezco un poco estos meses, ya sabéis por qué es. Estoy atrapado entre las ganas de escribir y las ganas de vivir el verano con mi tropa.

 Y entre nosotros, tampoco es tan mal dilema.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pinzadas