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miércoles, 5 de septiembre de 2018

BIOPARC Valencia


Este verano ha sido un tanto atípico, apenas hemos salido de Castellón.

Básicamente hemos pasado el verano de piscineo, por no ir no hemos ido ni a la playa. Si que hemos ido, hemos paseado y hemos tomado algo, pero lo que se dice meterse en la arena, bañarse en el mar, etc. ni una sola vez.

Una de las pocas salidas que hemos hecho ha sido a Bioparc Valencia. Hemos ido muchas veces, pero esta era especial, porque era la primera vez de cangrejín. Estuvimos hace dos años, pero el era demasiado pequeño y ni siquiera se enteró de que era aquello.

Este año, con tres años, si que se ha enterado y ha disfrutado un montón. Nosotros pensábamos que se volvería loco e iría gritando de un lado para otro, pero la realidad ha sido diferente, le impresionó tanto, que apenas dijo nada. Iba de un lado a otro con los ojos como platos señalando aquí y allá.




Una de las cosas que más le impactaron fueron los chimpancés, al menos el macho alfa, quien en un momento dado, empezó a gritar y dar golpes al suelo, al pecho y se subió a lo alto de un árbol caído que tienen en el hábitat, provocando algún sobresalto y algún grito  entre los visitantes que estaban allí en ese momento.


Los días siguientes a la visita al Bioparc cangrejín imitaba al mono chillando y dando golpes en el pecho y en el suelo (sin hacerse daño claro).

Además, tuvimos la suerte de ver paseando en libertad por el recinto una especie en peligro de extinción. Uno de los pocos ejemplares que todavía quedan del hombre Cavernícola.




Así, sin haberlo planeado, ni haber quedado en vernos ni nada, nos encontramos un cavernícola y un extraterrestre en mitad del Bioparc. Es de esas cosas que pasan pocas veces en la vida. Yo sabía que venía a Valencia, pero no cuando, así que podéis imaginar nuestra sorpresa cuando nos encontramos frente a frente.



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