A veces, me gustaría poder escapar de todo, perderme en las montañas sin nadie con quien hablar en cientos de kilómetros, quizás en Alaska. Tener una pequeña cabaña sin luz eléctrica, televisión ni teléfono. Durante el verano adquirir provisiones para el invierno, y después nada, silencio, paz. Pero luego me acuerdo que hace un frío que congela hasta los pensamientos, la de animales salvajes y bichos que tiene que haber y me pica todo.
A veces, también pienso que sería aún mejor vivir en un velero. Recorrer el mundo perdido en la inmensidad de los océanos. Visitar lugares casi desconocidos por el hombre, navegar bajo las estrellas y disfrutar del incesante y relajante murmullo del mar a mi alrededor. Pero después me acuerdo del dolor de mi rodilla cada vez que cambia el tiempo o cuando va a llover, por lo que la humedad no será buena compañera de viaje.
A veces, creo que lo mejor sería vivir en otro país. Para ello seguramente elegiría Inglaterra o Escocia, no me preguntes los motivos, pero siento especial predilección por esas tierras. El idioma acabaría aprendiéndolo por lo que no es un problema. Lo difícil creo que sería la falta de sol, es cierto que no me va mucho nuestra gigante roja, pero si viviendo aquí estoy así de blanco, estando allí acabaría siendo transparente. Y aunque puede tener sus ventajas, no creo que sea una experiencia agradable.
A veces, creo que debería haberme dedicado a la política… no, es coña. No podría, en general me considero una buena persona.
A veces, recuerdo como era mi vida antes de nacer mi hijo. Salir a cenar, fiestas, diversión, etc., pero luego me acuerdo del momento de su nacimiento, en el que tuve la suerte de estar, de sus llantos, de su risa y no lo cambiaría por nada.
En ocasiones, cuando uno no sabe que escribir, relaja la mente y deja que los dedos fluyan libremente sobre el teclado, si escribes en ordenador, y consigues que tu subconsciente cree historias maravillosas. Lo sé, lo sé … solo a veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pinzadas