miércoles, 20 de julio de 2011

De cuevas y ladrones.


De pequeños nos han contado cuentos, historias en las que había buenos y malos. Historias en las que, aunque las  cosas se pusieran mal, siempre acababan bien. Nos hablaban de mundos en los que la gente vivía en casas, protegidos por personas poderosas que, a su vez, moraban en bellos palacios.
Los malos, eran siempre monstruos, ladrones, brujas que vivían en inhóspitas cuevas, escondidos, temerosos de la mano justiciera que defendía a los habitantes de esos lugares.
En aquellas narraciones, no importaba cuanto se esforzaran esos malvados personajes en hacer el mal, robar, destruir o cualquier otra fechoría, siempre aparecía en el instante justo el caballero, el mago o el príncipe que les hacía retroceder a su tenebrosa cueva.
Sin embargo, la realidad es bien distinta. Los monstruos, ladrones y hechiceros viven en suntuosos palacios, campando a sus anchas por el reino, mientras los defensores se adhieren a su causa o simplemente se han convertido en el enemigo mismo.
Mientras tanto, los demás somos los que nos vemos avocados a vivir en las cuevas. En las que lo único que vemos es lo que la luz exterior nos muestra, vidas que nunca tendremos, personajes que nunca seremos y una justicia que no tendremos.
A nosotros la realidad nos ha engullido poco a poco. Tan despacio que, a pesar de que lo estábamos viendo, creíamos que nunca iba a llegar. Nos han mentido, nos han robado, nos han humillado y agredido psicológicamente. Nos han ido empujando al abismo con pequeñas palmaditas, sonrisas falsas y palabras narcóticas que adormecían nuestras mentes, debilitaban nuestros  cuerpos y nos nublaban la razón, mientras el monstruo tejía a nuestro alrededor una crisálida invisible, en la que nos han lanzado al abismo.
Vemos con rabia, impotencia y desesperación como descendemos lentamente por el precipicio y anhelamos justicia, suspiramos esperanzados la llegada de un justo que detenga nuestra caída, pero no llega. No llegará. Porque los justos son dudosos, los ricos son codiciosos y los héroes son medrosos.
Podemos gritar silencio y patalear inmóviles mientras vemos el fondo cada vez más cerca o luchar contra el veneno ponzoñoso de nuestro enemigo, agarrarnos con fuerza a cualquier resquicio y convertirnos en los paladines  de nuestra propia historia. La pasión será nuestra bandera y la unidad será nuestra fuerza.
Nosotros decidimos si la historia acaba o continúa.

7 comentarios:

  1. Qué sepas que ya me has indignado de buena mañana, yo que venía sumida en la felicidad del ignorante! :D
    Es que aunque sea ridículo a veces prefiero no pensar mucho en lo que veo a mi alrededor, porque no es que no me guste, es que me mosquea.
    En mi vida diaria los malos son los políticos corruptos, los que viven a cuerpo de rey mientras sus pueblos, ciudades, comunidades, etc se van poco a poco a la M ¡y se la trae al pairo!
    Y peor aun todos los empresarios que, aprovechándose de una situación tan delicada para los trabajadores, exigen el triple de lo que dan, abusan de su poder y obligan a soportar cosas que si nuestros abuelos levantasen la cabeza ¡se morirían de la pena!

    Papacangrejo, no nos queda otra que mirar hacia adelante. Tratar de apartar del camino a los indeseables y apostar por un futuro incierto.
    Besos de buena mañana!!

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  2. Tienes razón, la tienes. Me has hecho recordar una canción ochentera muy buena de los prisioneros de Chile "El baile de los que sobran" Tienes que Escucharla, es muy buena.

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  3. yo soy un homo heidelbergensis y en principio me gustan las cuevas, pero tienes razón, gran escrito ambiguo y claro a la vez, polisémico.

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  4. Ay! cuánta razón tienes. Quién sabe si algún día todo cambie para bien. Ojalá!

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  5. Bolboreta:
    Siento haberte indignado tan de mañana. Pero es que se pasan.
    Patito:
    La escucharé, esa y la "diles que se vayan". No es que los conozca es que he buscado en youtube. jeje
    Hoangho:
    seguro que hace 250.000 años también pasaba, solo que las cuevas eran los palacios. Y es que vivimos mejor y tenemos internet pero seguimos siendo el mismo animal primigenio.
    Arenita:
    Ojalá, pero no soy optimista al respecto.

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  6. Valle:
    Ahí también se puede aplicar. jeje

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